sábado, 15 de diciembre de 2007

Diez trucos para mejorar tu memoria

Desde tiempos inmemoriales han existido los más diversos métodos para mejorar la memoria, como los remedios de las abuelas que siempre nos aconsejaban comer uvas pasas o tomar té de salvia. En la actualidad nos hemos sofisticado un poco y encontramos productos como los ácidos grasos Omega 3, complementos vitamínicos como DeMemory o el clásico Ceregumil; e incluso podemos fortalecer nuestra mente echando una partida a videojuegos como el Brain Training de Nintendo.

Si estos consejillos no te convencen demasiado y estás buscando otros medios para prescindir del lacito en el dedo o los dichosos post it que inundan tu monitor, a continuación encontrarás diez de las fórmulas más recomendadas por los expertos para enriquecer tu memoria.

1. Cultivar el interés

Es de sobra conocido que recordamos mucho mejor las cosas que nos interesan que aquellas que nos resultan aburridas. Esa es la razón por la que muchos futboleros se saben los nombres de toda la plantilla de su equipo de fútbol pero no son capaces de recordar cuándo es el cumpleaños de su suegra. Hay que adoptar un interés activo por aquello que queremos recordar, para lo que resulta recomendable hacernos preguntas sobre el tema: ¿cae en Navidades o en primavera?, ¿coincide con algún día festivo?, ¿cuántos siglos cumple?

2. Repetir cosas

El viejo método de repetir mentalmente o en voz alta las cosas para recordarlas ofrece buenos resultados para la memoria a corto plazo. Es decir, lo de repetir una y otra vez fechas, nombres o cualquier tipo de dato, como se hace al estudiar, es sólo válido para recordarlas durante un corto período de tiempo (el examen de mañana), no para retenerlos en la llamada memoria a largo plazo. Un truco para memorizar números consiste en hacer pequeños grupos de dos o tres cifras, algo bastante utilizado en publicidad que aumenta su efectividad si además lo acompañas con una melodía pegadiza (¿o acaso se te ha olvidado ya el teléfono de CCC, 902 20 21 22?).

3. Formarse una imagen mental

Otra forma de facilitar a tu cerebro la tarea de recordar algo es asociar una imagen con eso que quieres memorizar. Crea una imagen mental y, cuanto más absurda sea, más fácil le resultará a tu cerebro evocar la palabra asociada a ella. Por ejemplo, si deseas recordar cómo se dice piedad en inglés, puedes relacionar esa palabra con un cigarrillo, de manera que al recrear mentalmente la imagen de un pitillo, te vendrá a la memoria el término que buscas: pity.



4. Inventar una historia

Para recordar listas largas de términos, puedes inventar una historia en la que aparezcan todas las palabras que tenemos que memorizar relacionadas entre sí. Algo parecido a lo que hace el chico de ese viejo chiste en que la profesora le pregunta cómo se llamaban las carabelas con las que partió Colón en su viaje a las Indias, y el chaval, que en ese momento ve pasar por el pasillo a la chica guapa del cole, responde: "¡Santa María, qué pinta tiene la niña!".

5. Organizar las ideas

Cuando descubras nuevos datos sobre un tema que ya conoces, te resultará más fácil comprenderlos y memorizarlos si mantienes una organización lógica y sistemática de lo que sabías previamente. Para ello, cuando te pongas a estudiar, es buena idea elaborar esquemas y dibujos que distribuyan las informaciones de forma clara y ordenada.

6. Practicar meditación

Según una investigación dirigida por la psicóloga de Massachusetts Sara Lazar, la práctica diaria de la meditación fortalece las áreas de la corteza cerebral responsables de la toma de decisiones, la atención y la memoria. Así que ya sabes, una barrita de incienso, un pijama cómodo y un disco de los monjes budistas y a fortalecer tus neuronas.

7. Adoptar una dieta inteligente

Los científicos han descubierto que pescados de carnes grasas, como el atún, el salmón y la caballa o el aceite de oliva son buenos para reforzar la memoria. La vitaminas C, E (presentes en las naranjas, las fresas y las uvas) y la B (presentes en la carne magra y en la verdura) así como los huevos y algunos frutos secos son también recomendables.

8. Reducir el estrés

En situaciones de estrés, la memoria se puede bloquear: si se le exige demasiado, la carga de tensión paraliza el aparato psíquico y, con ello, todo pensamiento y recuerdo. Es lo que a veces se experimenta al tener delante una hoja de examen. El estrés también afecta en el campo de la química: cuando una persona se encuentra en un momento estresante, el cuerpo libera una serie de hormonas que pueden interferir con la amígdala basolateral y el hipocampo, órganos encargados de regular el funcionamiento de la memoria.



9. Hacer ejercicio físico

Aunque no exactamente en este sentido, ya lo decía el poeta romano Juvenal: "Mens sana in corpore sano". Hacer deporte es bueno para adelgazar y evitar los infartos, pero también para mejorar tu memoria, y la razón es bastante simple: al hacer ejercicio, aumentas la frecuencia cardiaca y, de ese modo, llega más oxígeno al cerebro y éste puede trabajar mejor. Otro truco para conseguir esto es tomar café y, según los expertos, masticar chicle, pues de ese modo aumentan los niveles de hemoglobina (la proteína encargada de transportar el oxígeno) y se consigue el mismo efecto.

10. Hacer ejercicio mental

Al igual que la forma física, si no entrenas tus facultades mentales éstas van disminuyendo con el paso del tiempo y, con ello, también la memoria. Por ello, es muy recomendable leer habitualmente, aprender un nuevo idioma, tocar un instrumento musical o practicar pasatiempos como el Sudoku o los crucigramas. Todas estas actividades mejoran el funcionamiento fisiológico del cerebro y mantienen fresca la memoria.

Precisamente para facilitar esta tarea, aquí van algunas páginas que te serán útiles para mantener en forma tus neuronas: puedes unir las parejas en este juego, echar una partida al Shanghai, desafiar al Memorión o recordar viejos tiempos con el ochentero Simón. Si te parecen insuficientes, en Braingle (en inglés) y en Games for the brain (Juegos para el cerebro) dispones de un montón de juegos de todo tipo para engrasar tus neurotransmisores. También puedes visitar Brain Arena, donde además de realizar juegos de habilidad mental, puedes apuntarte a una Liga en la que competir con otras personas. Puedes poner a prueba tu capacidad de atención en este artículo de la revista Quo contando cuántas veces se pasan el balón los chicos de blanco. Porque no sólo de juegos vive la materia gris, puedes echar un vistazo al blog de Pedro Cendón, un genio memorizando cosas, que incluso participó en el mítico ¿Qué apostamos?; hacer alguno de los numerosos test de Psico Activa o pasarte por un taller de la memoria como el de Discapnet o el de psicologiadelenvejecimiento.com.

Después de todo esto no tienes excusa para no fortalecer tus neuronas y, cuando te olvides de algo importante, tendrás que renunciar a lo de "es que tengo muy mala memoria" porque, en ese caso, no será un problema de cabeza sino más bien de vagancia.


viernes, 30 de noviembre de 2007

La sorpresa

La frontera entre la vida y la muerte puede ser tan delgada como el borde de una hoja de papel. Para el protagonista de este corto de Javier Fesser, La sorpresa, esa frontera es tan sólo de un instante: el que media entre el momento en que la bala del etarra sale del arma y el momento en que ésta atraviesa la cabeza de la víctima.


Viva la simpleza

Ayer mi profesor de Fundamentos de la economía me abrió los ojos y pude ver lo afortunadas que somos las personas normales. Bueno, quien dice normales, dice simples. El hombre estaba escribiendo en la pizarra cuando, a causa de la charla de dos compañeros, los cables rojo y azul que todos llevamos en el cerebro se le cruzaron y la bomba explotó desencadenando la ira interna del docente –palabra que, fonéticamente, está más cerca de adocenar que de enseñar–: harto de mandar callar sin éxito y ante la imposibilidad de recurrir a la violencia física (no sé si porque supone infringir las leyes o porque éramos unos sesenta contra uno) dio rienda suelta a lo que yo creo que llevaba tiempo guardándose por respeto cívico, como dicen ahora. Dijo cosas como que él creía en las clases y que nosotros no podíamos estar a su mismo nivel, que éramos personajes de Gran Hermano, que no quería tener nada que ver con nosotros, que aborrecía estar bajo el mismo techo que nosotros o que deseaba no cruzarse con nosotros por los pasillos, ni por el Metro, ni en una fiesta, ni en ningún sitio público. Dio por suspendida la clase y se marchó, momento en que me arrepentí de no haber hecho caso al demonio que, a las 7 de la mañana, me susurraba al oído que me quedara durmiendo y fuera más tarde a la uni. Yo la verdad que incluso he disfrutado como un enano, porque resulta apasionante ver a un hombre de unos 60 años, habitualmente comedido y prudente, cabreándose y despotricando con tanto ingenio.

Consideraciones morales aparte, las palabras del profesor me han hecho reflexionar y he sentido un gran alivio al ver que yo nunca podré ser concursante de Gran Hermano. No soy seminarista, ni homosexual, ni virgen, ni pijo, ni guarro, ni paleto, ni heavy, ni ex prostituta, ni transexual, ni pariente de Jesús Gil. Soy un chaval de 25 años que estudia periodismo, ¿algo más simple que eso? La gente no enciende la televisión para ver a una persona normal y corriente, lo hace para ver especímenes como los que habitan en las casas de los reality shows o los que pululan por los programas del corazón (Belén Esteban es la mejor, no tiene precio como “tertuliana”). Por todo ello, por ser un tío simple, nunca podré entrar en ningún reality, y además, aunque perteneciente a una clase inferior, seré lo suficientemente digno como para cruzarme con mi profesor de Economía y poder saludarle. ¡Viva la simpleza!


jueves, 29 de noviembre de 2007

Venganza

Miró por la ventana y vio el atardecer que aquel día moribundo regalaba a los ojos: un cielo cubierto de nubes rojizas, como si Dios hubiera volcado una copa de vino sobre una célica miga de pan. Siguió la clase mirando de reojo a su compañera, esperando con intranquilidad el siguiente ejercicio in pairs para charlar con ella y hacerle sonreír.

Ella iba siempre un paso por delante, conseguía desarmarle con un solo gesto y, a su lado, él se sentía diminuto. Por eso sabía que no tenía ninguna posibilidad, que nunca besaría sus labios ni sus manos se entrelazarían con las de ella. Aun así, no se cansaba de hacer tonterías para que ella sonriera; esa era su pequeña venganza: no podía poseer su corazón, pero sí sus sonrisas.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Idiota

Idiota: del griego 'idiotés', utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan sólo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás".