jueves, 5 de abril de 2007

La Síndone: estadísticas

Una posibilidad entre doscientos mil millones. Esa es la estadística a la que se pueden aferrar los escépticos para afirmar que la Síndone de Turín no fue la sábana que cubrió el cuerpo de Jesucristo.

Es el cálculo de probabilidades realizado por el Centro Español de Sindonología. Según sus estudios, sitúa la probabilidad de una entre ochenta y nueve mil y doscientos mil millones. Eso significa que en el siglo I de nuestra era, tendrían que haber sido crucificadas doscientos mil millones de personas para que al menos una de ellas no fuera Jesús de Nazaret, algo completamente imposible teniendo en cuenta que la población mundial en aquella época era de entre ciento cincuenta y trescientos millones de habitantes. Esta estadística se ha elaborado teniendo en cuenta diferentes datos extraídos a partir de los estudios realizados sobre la sábana santa. Entre ellos, la probabilidad de que un crucificado llevara una corona de espinas sobre la cabeza (1/5000); que no tuviera las piernas fracturadas (1/10); o que tuviera una lanzada en el costado (1/10).

Estos fueron algunos de los datos presentados por María Teresa Rute, delegada del Centro Español de Sindonología en Madrid, en una charla impartida en la parroquia Santos Juan y Pablo de San Fernando de Henares el pasado lunes, 2 de abril. Además de las estadísticas –tan de moda en nuestros días– habló sobre la historia de la Síndone, los tres incendios sufridos, los numerosos –y prestigiosos– estudios realizados, y un montón de anécdotas relacionadas con la sábana más famosa y polémica de la historia.

Entre otras cosas, contó cómo los romanos copiaron este método de castigo de los cartagineses quienes, a su vez, la adoptaron de los persas. Era una pena reservada a los peores delincuentes y lo más miserable de la sociedad, hasta el punto de que los condenados a crucifixión dejaban de ser considerados seres humanos. Existían más de veinte formas distintas de crucificar a una persona, algunas de ellas podían sufrir varias semanas de suplicio hasta que morían por asfixia y, en algunos casos, las alimañas empezaban a comerse a los condenados antes de que hubieran muerto.

Por otro lado, la persona que fue envuelta en la Síndone recibió más de ciento cuarenta latigazos, sufrió más de setecientas heridas, experimentó una hematidrosis –trastorno por el que una persona sangra a través de los poros de la piel, como si sudara sangre–, tenía un corte en una rodilla de tal profundidad que se podía ver la rótula y algunos médicos se sorprenden de cómo esa persona pudo llegar viva a la cruz sin haber muerto antes debido a las graves heridas sufridas.

Estos son sólo algunos de los apuntes que ofreció Rute y una pequeñísima muestra de los abundantes datos que existen sobre los estudios realizados en la Síndone de Turín y que tienen intrigados a cientos de científicos de todo el mundo.

Algunos escépticos todavía se agarran a las famosas pruebas del carbono 14 realizadas en 1988, según las cuales, la sábana santa era una falsificación datada entre 1260 y 1390. Parecen ignorar que, por un lado, el carbono 14 no es infalible, y por otro, las pruebas se realizaron sobre unos tejidos añadidos a la sábana que no formaban parte del lienzo original. Aún así, seguirá habiendo gente empeñada en defender la falsedad de la Síndone, y de este modo tener algún pretexto para negar la existencia de Jesucristo, a pesar de que la estadística y la ciencia no les sean especialmente favorables.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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