Pequeño Don Juan
Pedro gateaba detrás de una hormiga juguetona que se le escapaba entre los dedos una y otra vez cuando se fijó en el mar de margaritas que había un poco más adelante. Con ese tierno impulso que sólo sienten los niños se le ocurrió recoger un montón de florecillas para su madre. Se quitó la gorra de Mickey Mouse y, con sumo cuidado de no romper ningún pétalo, arrancó una a una todas las flores que le cabían en el improvisado recipiente.
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