jueves, 27 de septiembre de 2007

Tres gotas de vino y una de agua

Con tres gotas de vino y una de agua. Así celebraba la eucaristía Francois Xavier Nguyên Van Thuân mientras se encontraba en prisión. Este sacerdote vietnamita, a quien tuve el placer de conocer en una charla dada en 2002, fue apresado en 1975 (concretamente, el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen María) por orden del gobierno comunista cuando era obispo de Saigón (actualmente Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam), y permaneció encarcelado durante trece años, nueve de ellos, incomunicado. Al día siguiente de su arresto, escribió en clave a sus fieles pidiéndoles un poco de vino "como medicina contra el dolor de estómago". Le enviaron una botellita de vino y unas hostias envueltas entre las ropas; de ese modo, cada noche, cuando apagaban las luces de la prisión, celebraba la misa y convertía la palma de su mano en un improvisado altar sobre el que derramaba tres gotas de vino y una de agua pronunciando de memoria las palabras de la consagración. Una parte de las hostias consagradas se la pasaba a sus compañeros de celda, y otra la guardaba en unos saquitos que repartían después entre los otros grupos de prisioneros del campo de reeducación. Durante sus años de aislamiento celebraba la eucaristía hacia las 3 de la tarde, "la hora en que Jesús estaba agonizando en la cruz".

A lo largo de sus trece años de cautiverio, el padre Van Thuân dio siempre testimonio de su amor por Cristo y protagonizó numerosas anécdotas que han admirado a creyentes y no creyentes de todo el mundo y suponen una prueba de la fe y esperanza que nunca le abandonaron. Preocupado por el abandono de sus fieles, decidió imitar a San Pablo y cada noche escribía cartas en trozos de papel que recortaba de un viejo calendario. Por la mañana, el mismo niño que le había conseguido el almanaque recogía estas pequeñas cartas y las llevaba a su casa, donde sus hermanos las copiaban y las distribuían entre los demás feligreses. De ese modo nació su primer libro, El camino de la esperanza, y aún tendría tiempo para escribir otros dos: La esperanza no defrauda y Peregrinos por el camino de la esperanza. Además, como no tenía ninguna Biblia, recogía todos los trozos de papel que encontraba y se creó una mini-Biblia en la que transcribió trescientas frases del Evangelio que se sabía de memoria.



En la cárcel de Vinh Quang, uno de sus guardianes, con quien había trabado amistad, le permitió recortar un trozo de leña en forma de cruz que luego escondía en una pastilla de jabón, pues los símbolos religiosos estaban prohibidos. Posteriormente consiguió hacerse una cadena de alambre (que los guardias le dieron con no poco recelo, pues pensaban que se quería suicidar con ella) con la que podía colgarse la cruz y esconderla bajo la ropa. Esta cruz fue la que, ya en libertad, siguió llevando una vez nombrado cardenal y la que le acompañó hasta el final de sus días en la Tierra. "Esta cruz hecha con la madera que me dejaron cortar los carceleros, y esta cadena, hecha con el alambre que rodeaba la prisión, no es sólo un signo del único sentido de todo sufrimiento, sino también el signo de que un amor así, como el de Cristo en la Cruz, conquista los corazones, y vence al mal, como conquistó mi amor el corazón de aquellos guardias que se jugaban la vida ayudándome a labrar esta cruz".

Precisamente su actitud de respeto y docilidad para con los guardias hizo que entre ellos se estableciera una relación de cercanía y amistad, de manera que el padre Van Thuân les hablaba del extranjero, les enseñó lenguas como el francés y el inglés ("¡mis guardianes se convierten en mis alumnos!") y, posteriormente, les predicó también la palabra de Dios, consiguió que aprendieran latín e incluso uno de ellos le pidió que le enseñara un canto en este idioma, lo que dio lugar a escenas curiosas: "no puedo decir lo conmovedor que era oír cada mañana a un policía comunista bajar las escaleras de madera, hacia las siete, para ir a hacer gimnasia y después lavarse cantando el Veni Creator en la prisión". Esta actividad del obispo hizo que muchos de los guardias se convirtieran al catolicismo, lo que, lógicamente, preocupaba a los superiores; de manera que cada dos semanas cambiaban a la pareja de vigilantes que le custodiaban, hasta que decidieron no cambiarlos más para evitar que todos quedaran "contaminados".

Durante los años en prisión, la Virgen María siempre desempeñó un papel fundamental en su vida, pues en numerosas ocasiones se encomendó a ella y, cuando el cansancio y la enfermedad le dejaban sin fuerzas, rezaba el Ave María. Hasta tal punto tuvo María relevancia en su cautiverio que un guiño de la providencia en el calendario hizo que la libertad llegara un 21 de noviembre de 1988, día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Presentación de nuestra Señora.

Después de varios años de libertad en los que pudo relatar sus experiencias y siguió trabajando por llevar la palabra de Dios a todos los hombres, murió en Roma el 16 de septiembre de 2002 a causa de un cáncer. Precisamente, el pasado 17 de septiembre, un lustro después de su muerte, el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz abrió el proceso de su beatificación y nombró como postuladora (persona que se encarga de solicitar a la curia romana la beatificación de alguien) a la abogada argentina Silvia Mónica Correale.

Como muestra de su pensamiento, puedes echar un vistazo a Los cinco defectos de Jesús, una simpática reflexión con la que explicó a sus compañeros de prisión no católicos los motivos por los cuales lo dejó todo y siguió a Cristo a través del sacerdocio. En esta explicación utiliza los supuestos defectos de Jesús precisamente para destacar, mediante la paradoja, las principales virtudes del Maestro. Además de a estos cinco defectos y a los tres libros que escribió en la cárcel, podemos acudir a Testigos de la esperanza, a Cinco panes y dos peces o a la biografía escrita por Andre Nguyen Van Chau para conocer un poco mejor a uno de los grandes personajes de la historia reciente de la Iglesia católica y –estoy seguro– uno de los primeros santos del siglo XXI.


No hay comentarios: