viernes, 30 de noviembre de 2007

Viva la simpleza

Ayer mi profesor de Fundamentos de la economía me abrió los ojos y pude ver lo afortunadas que somos las personas normales. Bueno, quien dice normales, dice simples. El hombre estaba escribiendo en la pizarra cuando, a causa de la charla de dos compañeros, los cables rojo y azul que todos llevamos en el cerebro se le cruzaron y la bomba explotó desencadenando la ira interna del docente –palabra que, fonéticamente, está más cerca de adocenar que de enseñar–: harto de mandar callar sin éxito y ante la imposibilidad de recurrir a la violencia física (no sé si porque supone infringir las leyes o porque éramos unos sesenta contra uno) dio rienda suelta a lo que yo creo que llevaba tiempo guardándose por respeto cívico, como dicen ahora. Dijo cosas como que él creía en las clases y que nosotros no podíamos estar a su mismo nivel, que éramos personajes de Gran Hermano, que no quería tener nada que ver con nosotros, que aborrecía estar bajo el mismo techo que nosotros o que deseaba no cruzarse con nosotros por los pasillos, ni por el Metro, ni en una fiesta, ni en ningún sitio público. Dio por suspendida la clase y se marchó, momento en que me arrepentí de no haber hecho caso al demonio que, a las 7 de la mañana, me susurraba al oído que me quedara durmiendo y fuera más tarde a la uni. Yo la verdad que incluso he disfrutado como un enano, porque resulta apasionante ver a un hombre de unos 60 años, habitualmente comedido y prudente, cabreándose y despotricando con tanto ingenio.

Consideraciones morales aparte, las palabras del profesor me han hecho reflexionar y he sentido un gran alivio al ver que yo nunca podré ser concursante de Gran Hermano. No soy seminarista, ni homosexual, ni virgen, ni pijo, ni guarro, ni paleto, ni heavy, ni ex prostituta, ni transexual, ni pariente de Jesús Gil. Soy un chaval de 25 años que estudia periodismo, ¿algo más simple que eso? La gente no enciende la televisión para ver a una persona normal y corriente, lo hace para ver especímenes como los que habitan en las casas de los reality shows o los que pululan por los programas del corazón (Belén Esteban es la mejor, no tiene precio como “tertuliana”). Por todo ello, por ser un tío simple, nunca podré entrar en ningún reality, y además, aunque perteneciente a una clase inferior, seré lo suficientemente digno como para cruzarme con mi profesor de Economía y poder saludarle. ¡Viva la simpleza!


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sinceramete, comparto tu forma de verlo, estoy arto de ver como todo el mundo quiere quedar por encima de los demás a toda costa, de estar en ese punto culmine donde todo el mundo te mira, unos por admiración y otros por envidia, ese afán de protagonismo y de que todo el mundo te conozca y reconozca, pienso que es una lacra inducida por esta sociedad tan competitiva, yo personalmente no soy ni sociable ni antisociable , me gusta estar con gente "sencilla" que disfruta de la vida, mas que con los grandes logros , con las pequeñas victorias de cada día,y me encanta estar en el anonimato, no soportaría que todo el mundo me conociera.
www.norte-alquimista.blogspot.com

Anónimo dijo...

tampoco le hagas mucho caso porque también nos dice que es muy importante que nos especialicemos y que aprendamos mucho porque según él no hemos abierto un libro en nuestra vida y él no da ni una clase como dios manda

la verdad es que prefiero a las personas sencillas que a la gente imbricada y demente como este señor

Anónimo dijo...

no quiero ser abogado del diablo pero flexionemos algunos puntos... vale!!!

El tipo este, el aciano profesor..seguramente la agarró contra ustedes, por que llevaba contenido adentro muchos días de ira.

Esta Ira puede ser por que ya es una ancianito amargado, ya por que sea clasista estúpido, ya por que no jodió bien la noches anterior, o más bien por que ya no puede joder... y claro.. ver a 70 ángeles al frente, no vio otra oportunidad que de mayugarlos de forma elegante. Si es que elegante se puede decir.

Pero, ¿y si tiene razón y de verdad se siente mal ante un grupo de retrogradas?

A ver, generalmente nosotros nos excusamos o justificamos nuestro pensar y actuar, siempre y cuando el pensar del otro o el proceder es peor que el nuestro.

Nadie le quita que el profesor haya sido un estúpido en como se manejó, pero eso tampoco quita que pueda que tenga razón con lo que dijo.

En fin... de eso se trata la reflexión, de saber cuando el otro habla de uno, y de como lo que dice me puede ayudar a mejorar.

Pero no creo que ninguno de los presentes, haya tomado el reto que el profesor dejo sobre la mesa y demostrarle a él y a uno mismo, que está equivocado.

no sé... solo pienso.. solo existo.

Saludos amigo,
espero de verdad seguir visitándote.

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