jueves, 22 de marzo de 2007

El misterio de Tunguska

El 30 de junio de 1908, en Tunguska, una región remota de la Rusia zarista, se produjo una tremenda explosión con una potencia estimada de entre 10 y 20 megatones (500 veces la bomba nuclear de Hiroshima) que arrasó una superficie equivalente a la provincia de Vizcaya. Se cuenta que el resplandor se pudo ver desde Europa occidental, y que durante varias jornadas, en ciertas regiones de Rusia y Europa, las noches eran tan brillantes que se podía leer sin luz artificial. No sería hasta 1927 cuando el gobierno soviético investigaría las huellas del cataclismo. Para sorpresa del minerólogo Leonid Kulik, que encontró un área de 500 km de devastación, no se halló ningún cráter ni restos de ningún tipo. En los años 60, el geoquímico Kiril Floremski descubrió una capa de polvo de magnetita que cubría toda el área, lo que le llevó a afirmar que se trató del fogonazo de un cometa. Según las investigaciones, se averiguó que el objeto que allí explotó no llegó a impactar contra la superficie, sino que estalló en el aire. Aunque la tesis del cometa es la más aceptada actualmente, existen unas treinta teorías distintas: desde un mini agujero negro o un pedazo de antimateria, hasta una explosión de metano o un meteorito. El caso es que hoy, casi cien años después, aún no se sabe a ciencia cierta qué fue lo que pasó en Tunguska.

La última novedad en este misterio viene de la mano del investigador Yuri Lavbin, quien sostiene la teoría más sorprendente que ha aparecido hasta el momento: según él, lo que estalló en Tunguska fue un artefacto técnico de origen extraterrestre. El pasado mes de agosto organizó una expedición a la región con catorce investigadores, en la que supuestamente encontró unos bloques de metal de siliciuro de metro y medio de ancho por metro y medio de largo sepultados bajo el suelo, de los que pudo extraer un trozo. "Es una aleación de silicio y hierro puros, imposible de realizar en la Tierra porque el hierro se oxidaría" afirma Lavbin. Estos últimos hallazgos le han llevado a afirmar que se trata de restos de un "objeto tecnológico de origen extraterrestre" que se estrelló contra un cometa a una altura de unos 10 km para evitar que impactara contra la Tierra. Según esta teoría, una nave extraterrestre se habría "inmolado" para evitar un terrible desastre en nuestro planeta. Ello implicaría pensar que existe alguna civilización preocupada por protegernos y que incluso sacrifica sus propios medios para cumplir su misión –como en los mejores guiones de Spielberg–. A pesar de lo seductor de la teoría de Lavbin, algunos expertos consideran que lo que el investigador ha encontrado sólo son restos de naves espaciales soviéticas, que se encuentran dispersos por amplias zonas de Siberia.

Pero, por un momento, pongámonos soñadores. Imaginemos que finalmente los restos materiales que ha encontrado Lavbin son resultado de aquella explosión; en ese caso, se podrían formular dos preguntas en función de la naturaleza de esos materiales. Por un lado, si efectivamente son materiales extraterrestres, ¿de dónde salieron esos metales?, ¿se trataría de una nave espacial?, ¿es posible la existencia de una civilización más avanzada que se encargue de proteger la Tierra? Por otro lado, si esos materiales son de origen terrestre, ¿qué país, a principios del siglo XX, tenía una tecnología tan avanzada como para crear una bomba capaz de destruir una superficie de 2150 km²?, ¿qué pasó con los conocimientos que desarrollaron esa tecnología?

Dejando a Morfeo aparte, seguramente la teoría de Lavbin sólo sea la idea de un científico loco, ávido de reconocimiento y fama mundial, y, tarde o temprano, se llegará a una conclusión científica coherente. Pero mientras los investigadores continúan trabajando por acabar con el misterio, los románticos podremos seguir fantaseando, inventando locas leyendas y soñando con que hay alguien ahí afuera que lucha por salvarnos de los peligros del terrible espacio exterior. Pero, ¿podrán también salvarnos de los peligros del terrible espacio interior?



1 comentario:

Raccord dijo...

Buenas! Soy Ramón de clase, alias Raccord. He visto tu microrrelato y digo, coño a este le conozco ;)

Lo de Tunguska es flipante. Pero más aún que unos cuantos iluminados intenten sacar tajada del misterio. Aqui y (en lo del 11-M) navaja de occam por favor ;) Te leo. Saludetes